King Kong (1933)

King Kong (1933)

Influenciado por otros relatos de aventuras y por experiencias personales de sus creadores (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack eran reputados documentalistas), se gesta directamente para el cine este original relato sobre un simio gigante. Viéndola ya en el siglo XXI hay que reconocer que la película se vuelve un poco insoportable, pero “King Kong” sigue teniendo un aura mágica, es una de esas obras que cambió el rumbo del séptimo arte. Lo que de verdad hace que “King Kong” se convierte en un hito cinematográfico es Willis O'Brien. Este responsable de efectos especiales utilizó el stop motion para animar a criaturas de otra época e ingenió toda una suerte de técnicas para superponer imágenes. La película trasportó a la audiencia a una remota isla del pacifico, plagada de peligros, y dio vida a Kong, que por cierto en esta primera versión era muy violento. Por eso este primer largometraje que protagoniza tienen mucho de terror. Si una generación entera de cineastas, esos que hicieron que los efectos especiales saltaran a lo digital, se muestran en deuda con el mítico Ray Harryhausen, éste hace lo propio con Willis O'Brien y “King Kong”. Este film es el antepasado de los efectos especiales modernos.

Director: Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack Guión: James Ashmore Creelman, Ruth Rose, Edgar Wallace Música: Max Steiner Fotografía: Eddie Linde, Vernon L. Walker, J.O. Taylor Intérpretes: Fay Wray, Robert Armstrong, Bruce Cabot, Noble Johnson, James Flavin, Sam Hardy, Frank Reicher

Estados UnidosEstados Unidos | 1933 | 100 minutos | Aventuras | Fantástico | Simios | Dinosaurios | Cine dentro del cine | Stop Motion | Blanco y Negro |