Assassin's Creed: Odyssey (2018)

Assassin's Creed: Odyssey (2018)

En el año 2007 Ubisoft afrontaba la nueva generación de consolas con un lanzamiento estrella, “Assassin's Creed”, un juego que recuperaba ciertas características de su saga estrella en los años anteriores, “Prince of Persia”, pero que apostaba por algo mucho más ambicioso dadas las nuevas posibilidades técnicas. Evidentemente la idea era comenzar así una nueva franquicia, que en aquel primer juego ya asentaba las principales características de lo que vendría en su década posterior. Mundos abiertos que mezclan muchas mecánicas, y que te obligan a jugar y repetir durante decenas de horas lo mismo, una y otra vez. Por eso, conforme aparecían nuevas entregas, prácticamente a ritmo anual, nuevas mecánicas entraban en la franquicia y salían si no funcionaban. De igual modo, cada nueva entrega ha ido cambiando su ambientación y potenciando cada vez más su componente histórico.

Por mi parte, y por ser una de las IP más potentes de la industria, me he mantenido informado de todo esto a través de los medios, porque personalmente ya acabé bastante quemado del primero y su desarrollo repetitivo. Sabía que, aunque nunca se pudo quitar del todo la etiqueta de repetitiva, la franquicia tuvo entregas muy alabadas como su tercer lanzamiento, “La hermandad”, por eso quería volver a “Assassin's Creed”. Pero aunque cada nuevo lanzamiento aportaba algo nuevo, a mediados de la década los jugadores fueron perdiendo el interés en entregas que cumplían su aparición anual sin destacar ni aportar nada que revolucionara la serie. Ubisoft era consciente de ello y por eso programó un parón de un año para replantear el devenir de la saga y preparar “Origins”, una entrega, esta vez sí, destacable, que calcaron en la siguiente, “Odyssey”. Como de nuevo va a haber otro parón, era el momento de volver a la franquicia, y por su ambientación en la antigua Grecia me decidí por esta última, aunque por su duración quizás hubiera sido preferible haber jugado al anterior en lugar de a este.

Lo que me he encontrado en el título es, por un lado, lo que esperaba, una aventura en un mundo abierto con mucha acción y sigilo, pero también muchos componentes roleros que me recordaba continuamente a “The Witcher 3”, con montones de armas y armaduras que cambian distintas estadísticas, subidas de nivel, un árbol de desarrollo de habilidades, etc… Si a eso le sumamos como se desarrolla el juego, podemos llegar a la conclusión que desde hace unos años son cada vez más los juegos que terminan convergiendo en esta mezcla de aventura, acción, sigilo y rol en mundo abierto.

En cuanto a control, estamos ante un juego muy fácil de manejar y en el que es muy fácil hacer lo que queramos, desde el combate hasta el movimiento por el escenario, subir paredes, saltar entre salientes. Por fortuna todo muy “elástico” para evitar entorpecernos. La premisa es que el control no sea un impedimento en la experiencia.

Nuestra aventura empezará en una pequeña isla donde aprenderemos este control, y las mecánicas básicas. El juego poco a poco se va expandiendo, no solo en cuanto al tamaño del mapeado. Primero podremos luchar y mejorar nuestro equipo, robar y asesinar usando sigilo, y controlaremos un ave que nos ayuda a planear asaltos, montaremos a caballo… Luego saldremos al mar para gestionar un barco y hasta un ejército, descubrir nuevos territorios, derrocar estados… Porque el juego ya no solo trata de asesinos, seremos un mercenario, que igual sirve para asesinar a objetivos en concretos, como para librar grandes batallas, terrestres o navales. Mecánicas que se intercalan en infinidad de misiones o mini aventuras, que se dividen en subtareas, desde enfrentarse a otros mercenarios, robar tumbas, cazar animales salvajes, asaltar fortalezas… me sería difícil enumerarlas todas de memoria. Las posibilidades se van volviendo abrumadoras conforme pasan las horas, hasta que dejan de aparecer realmente nuevas y te das cuenta de que han pasado 20 horas y hasta ahora solo te han estado explicando todo lo que hay que hacer para ascender por una montaña que vas tardar decenas y decenas de horas en poder subir.

Aunque ajustable, la dificultad del juego es más bien baja, y ciertas áreas y enemigos estarán vetados por la dificultad dependiendo de nuestro nivel. El juego nos obliga a la infiltración en ciertas ocasiones, con los otros mercenarios haciendo la función de la policía en GTA, es decir, es la forma que tiene el juego de intentar obligarnos a usar ciertas mecánicas y que no cumplimos los objetivos por fuerza bruta. Aunque algunas de las posibilidades son sin embargo prescindibles, por ejemplo yo apenas he usado el arco. Igualmente con las tiendas que se encuentran dispersas por toda Grecia, apenas si he revisado lo que se podía hacer por curiosidad, pero ni he comprado armamento ni he mejorado equipo. Es más, todo el dinero que he ido recogiendo lo he invertido íntegramente en mejorar el barco, y aun así el dinero me ha parecido una variable prescindible porque normalmente tenía mucho más de lo que necesitaba. Y también los contratos, que salvo contadas excepciones son misiones muy simples que nos harán perder el tiempo a cambio de dinero o experiencia. Algo que me dí cuenta que no es nada recomendable a no ser que quieras quedarte anclado en el juego durante meses. También hay que mencionar que el juego siempre ajusta los enemigos y los objetos que encontremos dependiendo de nuestro nivel.

Como ya he explicado el juego se divide en distintas misiones, que suelen formar parte de distintas tramas. El juego aquí nos permite decidir por cual avanzar, o incluso nos obliga a hacer alguna secundaria para subir de nivel, dando libertad en este aspecto y que distintos jugadores tengan itinerarios muy distintos. Me gusta que avanzar en el juego es algo más complejo que hacer misiones secundarias y ya está, el juego les da un sentido, debilitar un ejército, aumentar nuestra tripulación, etc... y de esa forma alcanzaremos el nivel necesario para afrontar las tramas principales. Aunque en ese sentido el juego llega a ser incongruente, ayudamos indistintamente a los dos bandos que se enfrentan por el poder en Grecia, cuando la historia y los intereses de nuestro personaje siguen otro camino. Aun así, me gusta como están organizadas las misiones, casi todas interesantes y bien trabajadas, con varias subtramas, que al final se conjugan todas entre sí.

Todas estas misiones las encontraremos repartidas por el extensísimo mapa, pero por el que es fácil y rápido moverse, y así encontrar nuevas tareas que hacer a cada instante. Esto lo hace un juego muy dinámico, pero también muy peligroso para los completitas como yo, que no vemos el momento de pausar la consecución de tareas. Siempre he tenido la impresión de que en segundos podía llegar y completar algo más del juego.

Con respecto al mundo del juego, he de destacar de él tanto como su tamaño, su nivel de detalle, algo que me llegó a parecer sobrecogedor. El alto nivel técnico del título ayuda a que nos trasportemos a la Grecia clásica. La Élide está formada por lugares y paisajes de una belleza inconmensurable, navegaremos entre islas bajo un estrellado cielo nocturno, pasearemos por ciudades bulliciosas, por barrios diferentes con arquitecturas únicas hasta esplendidos palacios replicas de los reales, y subiremos a grandes cumbres para ver la puesta de sol.

Algo que me ha llamado la atención es precisamente la variedad de escenarios, sin salir de estas islas griegas, y el trabajo invertido en cada detalle para que cada esquina del juego no sea igual a otra. Es increíble ver cómo se esparcen los edificios sobre todo tipo de orografía, formando ciudades que parecen reales, vivas. El apartado gráfico y artístico no ha dejado de sorprenderme durante el montón de horas que me ha llevado acabarlo, sobre todo los escenarios y paisajes, pero también los personajes, como suele ocurrir en este tipo de juegos, sobre todo los principales. Rostros con personalidad, con arrugas o cicatrices, texturas de piel muy realistas que toman distintas tonalidades dependiendo de la luz...

El juego invita a apreciar este nivel de detalle de los escenarios más de cerca con la inclusión de las que considero tareas más desafiante y a la vez simple del juego, que consisten en buscar un objeto a partir únicamente de la descripción de su ubicación. Con esto nos olvidamos temporalmente de esas señales en el mapa que han aniquilado la experiencia de exploración en prácticamente todos los juegos que se han lanzado al mercado en los últimos años.

Sin embargo, por otro lado también se desincentiva la exploración. Me ha ocurrido muchas veces que he decidido tomarme la libertad de explorar un lugar, saquear una fortaleza, o un palacio que me he cruzado y me parecía interesante, para luego descubrir que una misión me pide volver allí a hacer lo mismo que antes hice por placer, esta segunda vez por obligación. Al final decidí centrarme en lo que me pedían las misiones y punto.

Y la Grecia clásica no solo está en los lugares y decorados. El argumento del juego se asemeja a las obras de aquella época, sobre la aventura de un héroe, y además de situarla en medio de muchos otros hechos históricos, en él se nos habla también de juegos de poder, de los miedos de su sociedad y de tantas y tantas cosas en un sinfín de misiones y personajes. A un nivel más sutil, el argumento potencia su trasfondo, haciendo por ejemplo un repaso a las costumbres e inquietudes de las personas de la época, las clases sociales, la esclavitud, las guerras, los oficios... temas que se dan cita en las aventuras que nos tocaran vivir. También la mitología griega, que solo se usa en puntos clave para llevarla al terreno de la propia saga. Es el aspecto más misterioso y sobrenatural de la aventura, y muy interesante la verdad.

El otro trasfondo que me ha gustado es el que trata sobre el culto de Kosmos, que lo forman determinados personajes de distintos ámbitos que se encuentran infiltrados en la sociedad y que intentan controlarla. De ese modo hay miembros de Kosmos escondidos por todos lados, en distintos aspectos del juego, hay que realizar tareas de toda índole para encontrarlos y acabar con ellos. Me parece lo mejor del juego por conjugar todo lo que puede dar de sí jugablemente. Y siendo “Assassin's Creed” también tendremos la trama en el presente, pero claro, dado que no he vuelto a jugar a la saga desde el primer juego, pues no tengo ni idea de lo que ha estado ocurriendo todos estos años. Aun así se nota que no le han dado demasiada importancia y supone una porción ínfima de la historia.

Si todo esto fuera poco, para expandir más los conocimientos de la Grecia clásica encontramos el modo descubrimiento, que es una forma que tiene el juego de convertirse en un documental interactivo. Dándonos la oportunidad de explorar libremente el mundo del juego, encontraremos visitas guiadas con una cantidad ingente de información histórica, en la que, cómo nos explican, se han basado para recrear el universo del juego, sus personajes y el trasfondo del argumento. Aquí comprendes hasta que punto llega el trabajo de documentación detrás del juego, y su valor más allá del puro entretenimiento. Ya solo este aspecto del juego, que es secundario y está cuidado al extremo, justifica su adquisición. Si en ocasiones suelo comentar el mal doblaje a español de algunos juegos, en este la sorpresa es grata. Incluso en este modo descubrimiento han contado con José María del Río, mi voz preferida de los documentales de la BBC.

Con todo esto, por su ambientación, “Assassin's Creed: Odyssey” es un juego que da gusto experimentar. Aunque con todo lo que exige el juego en cuanto a horas mejor no perder el tiempo en eso. Y es que después de tantísimas horas y de hacer un sinfín de misiones, mi interés dependía de lo entonada que estuviera la trama en cada momento. Creo que el fallo del “Assassin's Creed: Odyssey” es que la experiencia de juego lo apuesta todo a la cantidad, todo está hecho en cantidades exageradas, la extensión del mapa, el número de misiones, los NPCs… La cuestión ahí es si realmente esto llega a ser divertido, y si la cantidad de mecánicas llenan convenientemente el montonazo de horas que hay que echarle al juego.

Es verdad que, desde que jugué al primero hace una década, la franquicia que ha ido sumando mecánicas y distintos tipos de tareas, que en “Odyssey” se dan cita una gran cantidad de ellas, y que le da mucha variedad, y si a eso le sumamos un extenso y rico universo… puede sonar raro decirlo pero es que incluso necesitaría aun más variedad jugable. El juego consiste básicamente en repetir tareas semejantes una y otra vez, durante horas y horas. Haciendo un calculo por encima, me habré infiltrado en 50 fortalezas, participado en 20 batallas, derrotado a 50 mercenarios, hundido 30 barcos, asesinado a 20 líderes, etcétera, etcétera, etcétera, eso sí, sin apenas pausa entre tareas, y en distintas y bellas localizaciones. La primera vez son tareas novedosas, pero tal cantidad sobrepasa mi aguante, y no veía el momento de dejar de repetirlas. Con juegos cómo este me pregunto hasta donde vamos a llegar, cuántas horas de nuestra vida necesitaremos para explorar en profundidad los mundos de los juegos del futuro.

Está claro que “Assassin's Creed: Odyssey” me ha parecido un juego de mundo abierto en el que da gusto perderse y disfrutar de las vistas, experimentar la antigua Grecia. Y esta máquina del tiempo es gracias a Ubisoft y su organización de distintos equipos especializados en distintas áreas que tienen repartidos por todo el globo. Sin este sistema no podría entenderse que logren sacar casi anualmente un juego de cada una de sus franquicias estrella con un contenido tan vasto como este que nos ocupa.

Desarrollador: Ubisoft Quebec Guión: Jonathan Dumont, Melissa MacCoubrey, Hugo Giard Música: Joe Henson, Alexis Smith Intérpretes: Melissanthi Mahut, Michael Antonakos, Leonidas Castrounis, Maria Syrgiannis, Elias Toufexis, Andreas Apergis, Tyrone Savage, Damon Papadopoulos, Adam Kenneth Wilson, Tara Nicodemo, Artin John, Elana Dunkelman, Daniel Matmor, Marvin Kaye, Sean Browning

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