Ori and the Will of the Wisps (2020)

Ori and the Will of the Wisps (2020)

Tras concebir uno de los referentes del género con “Ori and the Blind Forest”, Moon Studio mantiene la confianza de Microsoft para una segunda parte que se presenta con todas las virtudes del juego de 2015 intactas. Así, “Ori and the Will of the Wisps” vuelve a ser un juego bonito de principio a fin y que, para ser de desarrollo 2d, esta vez hace cosas realmente impresionantes a nivel gráfico. Son especialmente espectaculares los jefes, que ahora sí tienen un papel principal durante el juego, y unos escenarios maravillosos que deslumbran por su acabado y consiguen una ambientación que transmite. Por otro lado, el control de nuestro protagonista también continúa siendo una delicia. Como en el anterior, da gusto moverse, saltar, deslizarse, atacar.. Y conforme avancemos en el juego y consigamos nuevas habilidades, fluiremos cada vez con más facilidad.

Si por esos aspectos que pueden identificarse de primeras esta secuela no hace más que calcar a la anterior, entrando en profundidad descubriremos que en algunos aspectos deja al anterior como un simple prototipo de lo que vemos aquí. Para empezar el sistema de ataque y combate, que era algo completamente improvisado, en esta entrega se siente como algo satisfactorio y con muchas posibilidades. Esto también da pie a enfrentamientos con algunos jefes finales durante el trascurso del juego, convirtiéndose en momentos cumbre del juego. Aparte de la multitud de coleccionables que repiten, ahora también encontraremos ciertos NPCs durante el juego que nos propondrán misiones. Entiendo esto como una forma de encauzar al jugador a conseguir esos extras de los que de otro modo quizás no encontraría interesantes. El mapeado del juego y la colección tan original de habilidades, algo tan propio de los metroidvania, también alargan y mejoran la experiencia de juego con respecto a su predecesor, dejando aquel, como ya he dicho, como una prueba de concepto sobre la que construir esta nueva entrega.

Aun con todo, he de acusar a Moon Studios de demasiado conservador. Aunque en momentos se le atisba el atrevimiento de llevar más allá al género, con ideas que podían haberlo hecho sobresalir más allá de su aspecto gráfico, finalmente la estructura del mundo del juego es un mapa rígido con zonas y caminos fácilmente identificables y poco sorprendentes. Es imposible no darse cuenta que su extenso mundo son en realidad niveles ligeramente conectados entre sí, dentro de los cuales encontraremos rutas lineales y guiadas, a las que apenas será necesario volver. Esto se traduce en que el juego no me empujaba a explorar su mundo para descubrir más, solo seguía el impulso de continuar hacia delante como si se tratara de un juego lineal. Con “Ori and the Will of the Wisps” no he sentido esa sensación de estar viviendo mi propia aventura. En resumen, este es un metroidvania que se queda en la sensación de completitud sin llegar a la satisfacción del descubrimiento.

Tampoco me ha gustado que, supongo que con la intención de no entorpecer el fluir del jugador, y no frustrar a nadie, vuelve a ocurrir que la dificultad baja estrepitosamente conforme avanza el juego. Cada vez tendremos más vida y haremos más daño, a la vez que el nivel de los enemigos no aumentará en la misma proporción. Con lo que, sin exigencias, su sistema de combate pasa a tener poca importancia. Además de que sus zonas de plataformas no son nada difíciles de sortear, sumado a que tiene respawns contínuos.

Quizás verlo con un acabado gráfico tan brillante me haya hecho exigirle a “Ori and the Will of the Wisps” ser igual de excelente en otros aspectos. Puede que tener el listón tan alto como “Hollow Knight” tampoco ayude. En cualquier caso, he de reconocer aquí un metroidvania que, simplemente siguiendo a rajatabla los cánones, consigue ser un juego de categoría, para dejar a la ya de por sí buena primera parte como una toma de contacto del estudio con el género, con ideas que se logra completar y perfeccionar.

Desarrollador: Moon Studios Guión: Jeremy Gritton, Alexander O. Smith, Boris Hiestand, Franciska Csongrady, Chris McEntee Música: Gareth Coker

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